viernes, 4 de abril de 2008

Rafael Américo Henríquez

Rafael Américo Henríquez
ROSA DE TIERRA


ROSA DE TIERRA fue pez. Pez de la mar llevado por el viento a ser pez de la luna. Hoy es pájaro y sombra de pájaro. Los pájaros frustrados quedan siendo rosas de rosal. Un pájaro imperfecto ha de ser siempre una rosa perfecta.

Si Rosa de Tierra fuera únicamente pájaro, ella bebería de la luna y buscaría canción en los pechos de las doncellas. Pero además de pájaro, Rosa de Tierra es sombra de pájaro. De ello se deriva que, siendo Rosa de Tierra sombra de pájaro en vuelo, o en actitud de volar, o en actitud de dormir, malamente podría ser Rosa de rosal.

Los cabellos de Rosa de Tierra jamás han sido cauce de río, ni gajo de almendro, ni agua de montaña; y ello es así porque Rosa de Tierra jamás ha sido tierra concebida como tal, jamás ha sido vereda con soledad de cielo, ni surco de tierra de labrantío, ni espinazo embellecido por retazo de criaturas, ni sendero ceñido por sombras de viento de montaña.

Quien vacíe miel bastante a colmar una jícara de corteza, o trence agua con superficie bastante a contener la sombra de un pájaro, dará por cosa bien sabida que Rosa de Tierra no ha sido pájaro ni sombra de pájaro.

Y quienes hayan tomado enzeñanza de las estrellas de los siete mares tendrán por verdad comprobada que no hay pez de la mar que viaje a lomo de viento hasta mudar su condición de cosa marina en condición de cosa astronómica.

La figura de Rosa de Tierra es figura vaga, imprecisa, derretida como los bronces de los crepúsculos.

Las posturas y las actitudes de Rosa de Tierra guardan gran semejanza con las posturas y las actitudes de las hembras posibles, únicamente, en luces y sombras de recuerdo.

Las hembras que van por los sueños de los que sueñan son hembras como todas, hembras como las que beben de los ríos y orillan las orillas de los senderos. Sus manos se muestran húmedas porque han padecido ilusión de atizar deseos exigentes; y si dan prueba de desgana de danzar, cuando la luna se posa ebria sobre un gajo del almendro más alto, es porque pecarían sabiamente si escaparan de la nasa de los sueños.

Rosa de Tierra no ha pecado pecados de la carne. No ha yacido donde yacen las aguas. Las reacciones de Rosa de Tierra han sido reacciones de gran candor; han sido como sería la leche de una cabra que fuese ordeñada mientras cantara el gallo de Belén. Los pezones de Rosa de Tierra no han sido gotas de sombra roja. Cuando el anochecer ha parpadeado con párpados de plata de estrellas, las manos de Rosa de Tierra no han sido como arañas que arañasen sobre plata de estrellas, ni como arañas que fuesen como candeladas o que trepasen hilos de luz invisible.

Sería demasiado figurarnos a Rosa de Tierra desnuda, puesta en pie y sorbiendo miel a orillas de un mar con sombras de pájaros mudos. Y demasía mayor, concebir a una Rosa de Tierra que hiciese porque tal postura fuera espejada por espejos de agua elástica.

Si la lágrima de ahora no fuera el retorno de la lágrima que vimos mientras cantaba o se astillaba o se dormía en retinas borradas ya por la muerte, puestas más allá del círculo que van trazando los pájaros del río por realidad de ausencia; si no fuera esta lágrima de ahora la lágrima que rodó como nube sobre el júbilo de nuestra madre o de nuestra hermana, sería lágrima vulgar, sin méritos capaces de sensibilizarnos; y si no fuese porque el paisaje, quieto ahora con quietud de oveja dormida, ha de subir a nuestros ojos detalles de otro paisaje y a nuestra sangre música de otras estrellas, cerraríamos los ojos negados a ver lo que hemos visto tantas veces. Y la luna, que ya rebasa las campanas del campanario y que cuando los ríos ennegrezcan será lámpara para los pájaros de las montañas, sería paja de horizonte si no fuese porque lo vamos viendo no es la luna actual, sino la luna vista ya en horas de antaño y cuya lumbre alcanzó modos de enredarse en las escenas que hacían nuestras abuelas, o nuestras madres, o algunas de nuestras tías, cuando atolondraban como mariposa en busca de buenos hallazgos para que no lloráramos.

Las campanadas de una campana que tañese asfixiada por el revoloteo de los vencejos, serían pura ficción como campanadas de campanas. Cosa así le ocurre a Rosa de Tierra en su marcha hacia personaje de poema. Rosa de Tierra es pura ficción como personaje cierto, concreto, sensible a palpo de playa con bulla de veraneantes.

Unas manos deshilachan luz recia, luz torrada por las distancias del mar. El litoral padece orfandad de pájaros de mar. Falta el detalle, de belleza frívola, que caracteriza los litorales con ocio de señores que han amasado fortuna.

Las manos se van comunicando del algo postizo, de belleza madura, de ademanes que siempre les fueron ajenos.

Y para que el fenómeno se realice, ha bastado con que hubiese ausencia de pájaros que vuelan con gran majestad y lanzan gritos de júbilo como si lanzasen pedradas.

El litoral sin pájaros, sin vuelos de mucha lentitud, como si fuesen nubes que volasen, hizo bosquejo. Bosquejo de Rosa de Tierra como personaje de poema. Lanzó los inicios de un personaje que fuese realidad y estímulo de recuerdo.

Durante años Rosa de Tierra es esbozo de personaje de poema. Las raíces de sensibilidad resultaban con cualidades de azogue, incapaces de concreción, de quietud meditativa.

Y los caminos pasaron a enrojecer; y las piedras criaron barbas de musgo; y las estrellas lamieron sobre las piedras y las campanas de los campanarios. Fueron cosas ociosas, escapadas de significado de que les alcanzaba como integrantes de paisaje inútil.

Las muchas mudanzas mantuvieron a Rosa de Tierra como esbozo de personaje de poema. El bosquejo, concebido como luna que nunca cambiase y llevado a la realización con trazos de monotonía severa, para un mostrenco, en cosa sin armonía de línea, en proyecto al aire, en sueño sin basamento lógico. Había desniveles y resaltos violentos. Rosa de Tierra cuajaba como fuerza que mudase siempre y que siempre estuviese inmóvil, estática, atada a sí misma. Cuajaba en pez, en pájaro y en sombra de pájaro. Y el pez era pez de la mar y pez de la luna. Y el pájaro y la sombra de pájaro no fueron sino canto de tierra. Canto de la tierra tomado por pájaro y sombra de pájaro.

Como canto, Rosa de Tierra era emoción con riego de volver a pájaro y a sombra de pájaro. Era canto inestable, quebradizo como gajo de árbol que ha proyectado sombra sin laxitud de tregua. Había desniveles, resaltos violentos entre el canto y la fuerza que lo originaba.

Era mezcla sin pureza de ligazón. Bosquejo con invalidez, sin posibilidades de marcha, sin modo de llegar a realidad con rasgos firmes, con psicología definida, con personalidad propia, capaz de concitar, en su contra, los celos de las estrellas académicas.

Las aguas muertas son aguas con flores que agonizan en busca de expresión, que padecen agobio de mudez, que mueren porque no han de decir cómo es la luna, ni cómo son las estrellas. Allí la sombra y los silencios podrían turnar cual música de mar o cual música de canción, sin que el paisaje sufriera mengua en la sinfonía de sus perspectivas.

Rosa de Tierra siente lástima de sí. No ha de encarnar sino en persona de moza con brazos aptos para levantar cosechas; o en persona de moza que ha de cantar para que los aquejados de invalidez de andar, sepan dónde van quedando las revueltas de los caminos de la marina.

Para que Rosa de Tierra sepa cámo es la lucha y cómo son las estrellas, será menester que Rosa de Tierra sea realidad y estímulos de recuerdos.

Un horizonte reflejado en el ánimo de los niños, ha de ser necesariamente rotundidez de afirmación o de negación. Ha de afirmar o de negar las delicias imaginadas durante el lapso de horas de clase. Si el horizonte es horizonte desnudo de nubes, será afirmación de retozos, de gritos que han de durar mientras dure el crepúsculo. Si el horizonte visto desde más allá de una ventana y mientras se hace aritméticas amenaza con que ha de llover durante las horas de asueto, será negación de retozos, de gritos que han de durar lo que dura el crepúculo.

Lo bello es sensación amable para el ánimo de las criaturas; pero sensación captada, como si lo fuere desde las ventanas de una casa que girase, como si les viniese de un jardín con trasunto de juguetería.
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Los recuerdos son pájaros que vuelan en círculo sobre las entrañas de los niños; pero pájaros que no se posan porque el ruido de posarse podría despertar algo que duerme, algo que los hombres se han dado en llamar infancia.

El factor belleza empieza cuando empiezan los recuerdos. Es sombra proyectada por semilla que llegó a ser fronda de árbol, mientras la luna fue danzando arrebatada por la música de los años que ya se han vivido.

Los recuerdos van a todos. Son como si fuesen estrellas que visemos siempre durante las noches, y con sol todavía llegándonos de rechazo, de rebote por haber querido ser badajo de campana; son como niña que anduviese sin susto de lo miserable, porque fuera ciega; y sin asquear de las llagas de los llagados, porque como cosa que anda ciega ha de andar con estorbo de rocío en los palpos y con estorbo de luz en el sentido del olfato: Los recuerdos no hacen distingos. No dicen aquí sí, allá no. Son como viajeros que llegasen atraídos por la lumbre de una sola bujía, o que cantasen imanados por infantes, c por ancianos en aguardo de que la muerte llame a las puertas de sus pulsos.

Rosa de Tierra entró en jerarquía de personaje de poema por accidente fortuito. La simetría, la correspondencia entre los tonos y los movimientos del mar le dieron enseñanza; modos de ser, a la vez, realidad y estímulo de recuerdo. Habiendo sido pez de la mar y pez de la luna, pájaro y sombra de pájaro, le había dado cumplimiento a las leyes de la preceptiva. Había quedado lograda la fantasía que ha de alcanzar a cualquier Personaje de poema.

Crío pringoso en calle de arrabal.

Una señora que por allí acertara a transitar, y que mientras transitara viera, aunque fuese por primera vez, al crío puesto sobre un fondo de pregones, podría ser gobernada por atracción extraña, por Corrientes que buscasen cauce en chico con mugre en la vestimenta. Y la fuerza, el fluido determinante, podría ser lanzado a correr por identidad de parecido entre el Chico mugriento y otro que viviera circuido por suavidad de luz recatada, y que fuera llevado por la muerte, porque la madre, que tuvo ternuras de madraza, no tuvo por imprudencia de mucha gravedad el entonar canciones de cuna, le manera que las canciones ascendieran hasta rebasar las tejas de los tejados.

Cuando las canciones de cuna ascienden hasta rebasar las tejas de los tejados, la muerte, quien es siempre como loba que ronda en busca de presa, busca disfraz en cosas inocentes, Se disfraza de luna o de estrellas; y, escondida en halos de luna o de estrellas, baja sin ruido, sin que se aperciban las aspaventeras, Y, coma sueño que anda- se, se cuela por las junturas de las ventanas que quisieron cerrar. Y en las cunas que han de quedar vacías, habrá mucha angostura para las campanadas de tantas campanas.

Perfecciones en las líneas del dibujo facial; o boca, que para dibujada, fueran menester lápices de estrellas; o fallas en los modos de andar, de reír o de estarse quieto, podrían ser puentes para cruzar zonas oscuras, para que un crío que jugase con pregones, sirviéndoles de fondo, cruzase a ser el estímulo de recuerdo.

Como era de todo rigor que Rosa de Tierra encarnase, sin que quedasen fuera realidad o estímulo de recuerdo, fue Rosa de Tierra a todos los ojos y de todos tomó ojos propios; y fue a todas las manos y de todas tomó manos propias. Y como la luz hace la sombra, Rosa de Tierra se hizo y fue persona de hembra ventanera.

Siempre asomada a ventano con grosuras de hierros y flores de jazminero.

Lo físico en Rosa de Tierra es de gran paradoja. Armonías inarmónicas, perfecciones conseguidas por acumulación de imperfecciones, afirmación de belleza negada por estetas con bizquera trasmitida durante siglos.

Un pintor hábil haría retrato de Rosa -le Tierra mientras durmiese, mientras los recuerdos soñasen.

Una luna que no diese lugar a confusión, que fuese luna sin dar barruntos de ser otra cosa, le vendría mal a Rosa de Tierra. Sería como lámpara sumergida en un mar con estrellas y con pájaros que volasen desde una torre.

Días con sol redondo y vientos de sequía, han traído al ventano polvo de la marina. Pero como el polvo ha de ser polvo, que no persona, lo que pudiera creerse como dicho por Rosa de Tierra, y lo que lleve indicación de ser como dicho por persona que hablase con Rosa de Tierra, no serán sino pensamientos de Rosa de Tierra, expuestos a modo de conversación, ya que Rosa de Tierra es soledad sola, soledad sin presencia de personas ciertas.

-Los hombres conocen una luna de verdad, cromadita, cierta, buena para sacristán dado a requiebros.

-Yo conozco a la que encoge en tus ojos, y descoge descendiendo a tu boca, y no queda allí, sino que baja a las manos o retorna a los ojos.

-Nunca será igual. Para unos seré en los ojos, para otros en la boca, Para otros en las manos.

-Y siendo uno, he de ser yo el de los ojos y el de la boca y el de las manos.
-Serás lo quo eres. Tierra, polvo de la marina, traído aquí por sol y vientos de sequía.

-Polvo... Seguirá volando.

-Hasta la luna... que conozco. Es como una hermana. Hermana única para mí que no he tenido hermana. Ella va mudando en las cosas que yo voy imaginando. Es criatura con consciencia, con gozo de ser criatura; esto es, criatura desnuda, porque ya que el alma no tiene cosa que la cubra, las carnes inocentes han de ir descubiertas. Cuando no, es como mar que diese flores o flores con distancias de mar; y camina, para andado, sin que sea menester ir andando; y torre que hablase, y río que cupiese en el hueco de una mano.

-Es el eco de tu propia persona.

-Si. Eco llevado a forma sólida, dura, palpable.

-Pero siempre en la sangre de todos.

-Y siempre allí, sin salir, aunque salgan las estrellas y alumbre la luna.

-Y aunque el amor cante como cantan las campanas del campanario.

-Si eso ocurre... ha de venir la muerte. Siempre acude llamada por las campanas de los campanarios.

-El amor le hará miedo, le dará espantos.

-Sabes de ensalmos?

-Sé de amor.

-La muerte es noche cuando el amor es día.

-La muerte engaña siempre. Ha sido invento mío para que la mentira quedase inventada.

-Entonces... Les mentira eso del cementerio?

-Mentira.

-Yo. .. pensé que la tierra era para que luego no sintiera frío.

-Pensaste sin engaño.

-Y pensó que fueras tú...

-Pensaste lo que soy. Soy la que tú has enterrado y la que han enterrado y han de enterrar todos los hombres.

-Pero... jamás te he besado.

-Si. Ya. Me besaste por las orillas de todos los caminos; y como si los caminos son muchos, las orillas son más, los besos fueron tantos que de ellos cayó sangre. Sangre como el agua que dan las piedras de las montañas.

-Lo he olvidado.

-Los besos no recuerdan. Por eso se besa de nuevo.

-Si te besara... ¿Olvidaría que te he besado?

-La luna hace siempre el mismo Canino y siempre piensa: ¡qué bello! Pude haber venido antes.

-No mezcles la luna. Es sombra que rastrea por los caminos de la tierra, y por los caminos del mar.

-Y yo sombra de la suya. Y sombra de moza, y sombra de barbas de abuelo.

-Bésame. Busco que brotes de mí como brota el humo de las candeladas.

-Eres tierra, polvo de la marina traído aquí por sol y vientos de sequía.

-Soy carne en tus pechos. Aunque yazga en el fondo de los mares, habré de calentar tu lecho cuando duermas.

-Cierto. Eres ya o seré carne en mis pechos; y ellos calientan el lecho mientras duermo.Te he dado lo que eres: tierra... a ti y a todos los hombres. El futuro fue senilla, para que yo fuese hembra y sombra de árbol y lumbre de luna. Todo queda en mí, y todo corre fuera de mí. Soy cuerpo sólido y sombra de cuerpo sólido.

-Posible. Soy polvillo de la marina, cosa mínima sin sangre para que beban las raíces de los árboles. Los vientos me han traído aquí y me han llevado allá. Me han arrojado sobre copa de árbol y sobre manos en espera y sobre canción de camino. Y llevado y traído, he sido muchas cosas. He sido nivel, para que guarden un mismo nivel los ríos, los mares y la luna. Y de ello he sacado que todo ha de ser posible.

-Porque somos cosa idéntica. Tierra, polvo de la marina, y polvo de la luna, y polvo del mar. Vas a donde voy; y quedo yo donde quedas. Somos los sueños y la carne y la sangre de todos los hombres.

-Quizás... habrá algo imposible: son muchos los caminos Para que tú seas tantas cosas a la vez.

-Soy Para que los caminos de la tierra y los caminos del mar sean caminos borrados.

-Cuando la muerte sea mentira, han de sobrar todos los caminos.

-La he inventado yo Para que la mentira quedase inventada.

-Y sin inventar la verdad, la mentira ha de ser verdad y la verdad mentira.

-Todo ha de ser recuerdo. -Sin que nada quede.

-Algo ha de quedar. Han de quedar los pensamientos; porque andando sobre los pensamientos, llegan los recuerdos.

-Y por caminos de pensamientos, llega y asoma la luna.

-Y llegan y asoman las estrellas.

-Y los hombres marchan como si no machasen, y sueñan como si no soñasen.

-Todos se empeñan en ignorarme. Se figuran que soy como fruta de árbol, que cae porque ya ha madurado; y que el mar es el mar, y la luna, la luna.

-Y que ellos son hombres, y sus sombras son sombras de hombres.

-Y que los recuerdos llegan a ellos y de ellos salen como las palomas llegan y salen de los campanarios.

-Y que lloran, porque lloran. -Y ríen, porque ríen.

-Y no porque recuerdan.

-Y que serán como canciones, cuando las canciones de ahora sean todas palabras, todas estrellas; porque las estrellas fueron palabras que jamás retornaron.

-Palabras de ternura, o de odio, porque volando hasta allá, las palabras que salieron de los odios, de ver la tierra tan lejana, son ya palabras de amor... Son ya recuerdos.

-En eso aciertan. Serán recuerdos. Hoy todavía recuerdan o creen recordar. Mañana serán recuerdos.

-Marcharán sobre sus propios pensamientos.

-Como llega y asoma la luna.

-Como llegan y asoman las estrellas.

-Los que te trajeron, hacen por arrastrarte. -Si. Me arrojaran sobre copas de árboles y sobre manos que esperan y sobre canción de camino.

-Será así; porque los hombres marchan sobre los mares, y sobre la tierra, y sobre los sueños que sueñan. Golpean los caminos cuando creen haber alcanzado mayor quietud; cuando beben o están en aguardo del fruto de la compañera. Y tú, volando y volando, les darás ilusión de reposo, de quietud hogareña, y yo, de que los recuerdos son como el ganado que ellos gobiernan o como el agua que beben cuando les quema la sed.

-Me empujan ya.

-Y yo, quedando aquí y tú, yendo a donde te lleven, seremos cosa idéntica. Realidad y estímulo de recuerdo, tierra sobre los que mueren y luz sobre los que han de nacer. Luna, mar, paisaje y palabras hoy y risa mañana y lágrimas siempre. Lágrimas caedizas y lágrimas que no se lloran.

-Porque decimos callando, y lloramos sin que se vean las lágrimas y cantamos con lágrimas lloviendo sobre el júbilo de cantar.

-Cuando las palabras y los ademanes y los sueños son de verdad: cuando los recuerdos son recuerdos.

El ventano con grosuras de hierros y flores de jazminero pasa a ser luna con belleza y alas de pájaro. Y la luna, que ha sido luna de todos los caminos, no remonta con ruido de pájaro que volase, sino que asciende en gran silencio, como si la ascendiesen vientos de sangre. Y ascendida más allá de nubes que fuesen posibles como tales, es lámpara que alumbra, con sol brillando, a los que viven; y noche ya, a los que duermen sin fatiga de soledad interior, sin cansancio de ir sobre sombras de seres y de cosas. Es ya luna alta, ingenua, leal. Es Rosa de Tierra.



© Rafael Américo Henríquez

1 comentario:

Unknown dijo...

Genial este texto, realmente genial, gracias por la publicación... de pie